Contemplar un blanco horizonte aporta a la vista un brillo muy especial. Tal vez sea la luminosidad o su delicada belleza las causantes de que tanto la nieve como el hielo desprendan una magia y un romanticismo que hacen volar la imaginación tanto de niños como de mayores.
No sólo su color limpio y puro transmite emociones y la sensibilidad que posee ante los reflejos de luz, sino también su olor y su sonido son especiales. Escuchar por ejemplo el crujido de la nieve virgen provocado por unas pisadas o por el roce de los esquís en la bajada de una cumbre es sencillamente un disfrute para el sentido. También su olor es exclusivo porque a pesar de tratarse simplemente de agua congelada lo cierto es que hielo y nieve huelen a frescura, sobre todo cuando sopla el viento.
Y es que además en el momento que divisas unas montañas nevadas a la lejanía, se va creando una paz en el interior y esa atmósfera de quietud y belleza aporta calma y silencio al alma. Sin duda hacer una escapada a la nieve supone una recarga de energía muy enriquecedora, sobre todo en esos momentos en los que se necesita una rápida desconexión en nuestras vidas aceleradas, por eso contemplar montañas blancas y resplandecientes es siempre muy gratificante y enriquecedor.
Mi recomendación
Si eres un amante de la montaña o del esquí y decides subir a cualquier estación de Andorra a pasar un fin de semana, te aconsejo huir de la masificación de hoteles y tiendas andorranas, ya que a muy pocos quilómetros encontrarás lindos pueblos del Pirineo ubicados en mitad de valles fastuosos que invitan a la meditación.
Uno de esos pueblos es Os de Civis en Lérida, situado muy cerquita de la frontera con Andorra. Si vas allí te aconsejo alojarte en el Hostal La Font porque además de su espectacular situación, su cocina y sobre todos las carnes a la brasa son todo un placer para los sentidos. Fin de semana completo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario